LA EVANGELIZACION
La evangelización de América en el siglo XVI se realiza desde un sentido del mundo y del hombre, de la sociedad y de la Iglesia, de la misión y la política...muy concretos. Esta cosmovisión o mundovisión dominantes pueden resumirse así: Dios, creador y salvador, es dueño y señor de todas las cosas creadas y de todo hombre sobre la tierra. Este señorío está representado históricamente por su vicario en la tierra, el Papa. Ahora bien, como el Papa no puede de hecho regir todos los pueblos y naciones para gloria de Dios, lo encomienda y delega a príncipes o reyes, a quienes puede entregar el dominio de las tierras cual "delegados" o "vicarios" suyos para el bien de las almas y la extensión de la fe
Un primer punto sobre el cual todos los misioneros se encontraban de acuerdo, era la necesidad de “...arrancar la arboleda de los vicios antes de plantar los árboles de las virtudes...”, como rezaba un catecismo dominico. Cualquier costumbre que no compaginaba con el cristianismo era considerada enemiga de la fe y, por ende, sujeta a ser destruida. La extirpación se caracterizó por su rigidez y su escenificación pública. Tal vez el caso más famoso fue la ceremonia solemne orquestada por el obispo Diego de Landa, en Maní Yucatán, el 12 de julio de 1562. Allí, un gran número de culpables del delito de “idolatría” fue severamente castigado y un número aún mucho mayor de objetos sagrados y códices antiguos arrojados al fuego de una inmensa hoguera.
Una vez terminada esa primera fase de “roza-tumba-quema” cultural, venía la instrucción de los indígenas en la fe cristiana y la congregación al estilo español, único modo de vivir considerado por los conquistadores como civilizado. Se trataba de un conjunto de estrategias que un misionero jesuita de Baja California definiría más tarde como “arte de las artes”. Contaba con varios pasos, empezando con la “reducción a poblado” de los nativos acostumbrados a vivir dispersos. El endoctrinamiento propiamente dicho se llevaba a cabo desde una visión mística que identificaba a los misioneros con los apóstoles y la feligresía indígena con la comunidad cristiana de los primeros tiempos. Por ser muchos adultos reacios a la conversión, la instrucción se concentraba en los niños y los jóvenes, por ser ellos como “tabla rasa y cera blanda” en donde sus maestros podían imprimir con facilidad los ideales cristianos.
actualizado por alexa paola hernandez ramirez
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